Al son de la música,
del ruido de los tambores,
la mascarada se enmascara doble y triplemente,
cuantas veces haga falta según la ocasión;
se aposenta en el juego de la legitimación de la teatralidad, de la despersonalización de los individuos para unirse al carnaval social cotidiano de los roles y las poses, a la banda sonora cotidiana de la consecución de nuestros objetivos personales, pese a quien pese, pise a quien pise.
Extraído del Cuaderno marrón de dibujos de 2018
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