La consciencia de una gran parte de nuestra sociedad se encuentra adormecida, mejor dicho presa de la morfina de la saturación de información y entretenimiento, desapegada de la realidad, al calorcito de la rutina acostumbrada y doméstica, su «área de confort».
Pero esa condición universal definida por la inercia, muy propia de las masas sociales de los paises desarrollados, es una quimera, un auto-secuestro, una cortina que nos vela la vista para despreocuparnos de las problemáticas del mundo y sus relaciones globales mientras nos conformamos con la conducción de nuestro metro cuadrado en la compleja y ruidosa realidad globalizada circundante.
Extraido de mi Cuaderno gris de dibujos, 2013
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